Me encanta la palabra ‘resiliencia’ pero aún más el concepto. Es el mejor antídoto ante la frustración y el fracaso. Es el éxito del ser humano ante las situaciones difíciles que la vida nos pone delante. Es la capacidad para aceptar y sobre todo para adaptarse a las nuevas circunstancias después de que la vida nos golpee duro. Además, es una cualidad que no le está vedada a nadie. Es algo que puede aprenderse a través de distintas técnicas una vez que has asumido que si bien no tienes control sobre ciertas situaciones de la vida como perder a un ser querido, sufrir un accidente, una separación o quedarse sin trabajo, uno puede decidir cómo vivir esos momentos.
Muchos de vosotros conocéis mi historia y algunas de las difíciles situaciones que me han tocado vivir. Probablemente una de ellas, la peor que una persona puede sufrir. Pues bien, a pesar del dolor y posiblemente guiado por una fuerza que me han dejado en herencia mis hijas –una herencia de hijas a padre, sí- yo he elegido ponerme del lado de la vida.
Las nuevas circunstancias que se crean a raíz de una situación que te devasta, exigen una nueva estructura mental para superarla. Para ello es esencial autoconocerse, bucear dentro de uno mismo para determinar con qué recursos contamos para conseguir nuestras metas.
Entre las cualidades que tienen las personas resilientes están la de reciclarse ante la adversidad y la de ser flexible y admitir que las situaciones son incontrolables por lo que la incertidumbre es parte del proceso y no puede bloquearte. Es decir, admiten que el cambio forma parte de la vida y como tal confían en sus capacidades, ven la parte positiva del momento viviendo cada situación como una oportunidad de mejorar y se rodean de gente optimista.
Los resilientes viven especialmente el presente. Han aprendido lo suficiente del pasado como para no condicionar el futuro por lo que su prioridad es el hoy y el ahora y lo valoran de forma muy especial.
La confianza en uno mismo se fortalece en las personas resilientes porque son capaces de pedir ayuda cuando ven que sus capacidades están limitadas respecto a algunos asuntos, sobre todo en lo que se refiere a aquellos que han provocado su transición.
Creo que las personas resilientes son más felices. Me encantaría que mis hijas no hubieran pasado por ningún proceso doloroso ni que lo hagan en el futuro pero espero que el que les ha tocado vivir y los que seguro vendrán –la vida es también sufrimiento- les sirva para aprender, para encontrar el lado bueno de cada situación y para seguir creciendo. Me encantaría enseñar a mis hijas la palabra resiliencia. Pero aún más su concepto. .
Trackbacks/Pingbacks