Eduardo manostijerasEl otro día veía por enésima vez la película ‘Eduardo Manostijeras’. Es una película entrañable pero no quiero hablaros de ella por eso sino porque hubo una cosa –imagino que por deformidad profesional- que llamó mi atención. La historia se inicia cuando una vendedora de productos cosméticos tras la frase de ‘Avon llama’ recorre el vecindario en busca de clientes y así llega a una mansión donde se encuentra al protagonista, un joven con tijeras en las manos porque su creador ha muerto antes de terminar su obra.

El hecho de que la película esté ambientada en los años 50 del pasado siglo y que Avon, una empresa de multinivel, sea algo habitual en los hogares de un pueblecito estadounidense, me hizo pensar que los networkers Avon llama a tu puertadel siglo XXI no estamos inventando nada nuevo. Es cierto que ahora tenemos más herramientas disponibles a nuestro alcance más allá que llamar a la puerta de los vecinos y que las redes sociales y el mundo globalizado nos dan más oportunidades, pero la esencia del multinivel es la misma: venta de un producto y comisiones por ello y por lo que venda tu red de distribución.

En contraposición a compañías de gran solera y arraigo como Avon, estamos viviendo en los últimos años una avalancha de nacimiento de empresas que apuestan por la distribución multinivel y que apenas llegan al año de vida. Pasado este tiempo y quizá tras un puntual éxito, desaparecen dejando una estela de personas desencantadas y mala propaganda que afecta no sólo a sus nombres sino que salpica a todo el sector. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué unas empresas permanecen y llevan casi un siglo vendiendo productos a través de distribuidores y generando ganancias y otras fracasan en apenas unos meses? ¿Qué falla en estas últimas? Y, en consecuencia, ¿con qué debe cumplir una compañía para que se mantenga en el tiempo y cumpla las expectativas de sus equipos?

  • Uno de los fallos que podemos señalar es el producto. Muchas se afanan en distribuir un producto que no resulta atractivo o que queda obsoleto. Por ejemplo es el caso de las nuevas tecnologías. Se ofrecen productos
    que están en el mercado por mejor precio y de mayor calidad. También está el caso en el que el medio para ganar dinero es realizar un trabajo promocionando a la misma compañía y éste no se sustenta por sí mismo. El autoconsumo de productos como fórmula de venta es atractivo para aquellos a los que no les gusta ‘vender’ pero también es algo arriesgado ya que si el producto no te es necesario, no te gusta o no lo consumes puede convertirse en una carga enorme que llenará tus armarios y que te hará aborrecer el negocio.
  • La legalidad de la compañía es algo esencial. El comienzo de todo. Sucede que normalmente la empresa se inicia en un país con todos los trámites legales resueltos y, sin embargo, por la propia inercia de expansión de redes, puede llegar a un país más exigente donde si no está blindada y con todo previsto ‘la tumban’. Las consecuencias de algo así termina siendo el cierre de la compañía en todo el mundo.
  • Otra de las razones que hacen que algunas de las nuevas compañías se vayan a pique es fallar con la distribución. Hacer llegar el producto a su consumidor en perfecto estado y en el tiempo acordado es esencial para que sea respetada y valorada.
  • Si esencial es hacer llegar el producto, más importante, si cabe, es pagar a los distribuidores. Una cosa muy Pagar a los distribuidores
    frecuente que ocurre es que las compañías diseñan sobre el papel un plan de distribución que luego son incapaces de cumplir, haciendo que los distribuidores se sientan engañados y estafados. Es prioritario que se cumpla estrictamente con las cantidades pactadas, la fórmula de pago y el ‘timing’ para abonar los bonos y las comisiones. Si no es así, la consecuencia irremediable e inmediata no es sólo que abandonen el negocio sino también que se van dando un portazo y echando pestes sobre la empresa.
  • La comunicación entre la compañía y los distribuidores es esencial en la continuidad y la creación de marca de la empresa. Un contacto directo y fácil con la compañía, una cara visible con la que identificarse y un buen plan de marketing y comunicación significa un alto porcentaje de éxito de la empresa, que si cumple con todos los puntos anteriores, servirá de garantía para que la empresa continúe. Sin embargo, lo contrario, la opacidad, la falta de comunicación, no tener un punto de contacto directo con el que resolver dudas o no contar con un buen material de apoyo para comercializar el producto y extender tu red, terminará por crear una desconfianza en el propio distribuidor que le llevará a abandonar la empresa.

Por tanto, en mi opinión, para que una empresa triunfe y se consolide en el tiempo debe ser legal en todo el mundo, contar con un producto atractivo y ‘usable’ que llegue en forma y tiempo al cliente, que cumpla a rajatabla con las condiciones pactadas de pago –a poder ser con un atractivo plan de compensación-, que cuente con una imagen clara e identificable de sus dueños y una comunicación eficaz y eficiente con sus distribuidores.

Existen esas compañías en el mercado. Y pueden existir muchas más si cumplen con las exigencias que he señalado. Es importantísimo que las empresas que lleguen se queden porque lo contrario afecta a la reputación de la industria. Si quieres formar parte de una de estas compañías, ÚNETE A MI EQUIPO.

Publicidad