Hace unos días mi mujer y yo nos hicimos un maratón de cine en casa. Como siempre, ella elige las películas. Pero esta vez tuvo la deferencia –dice- de poner una que “seguro te va a interesar”. Cuando ella dice algo así, lo mejor es ponerse a temblar porque detrás de esa frase siempre se esconde alguna indirecta o algo “que realmente me tiene que interesar”. Así que con la manta y las pipas preparadas, Marga le dio al play para ver ‘Nacida para ganar’. Una película española protagonizada por Alexandra Jiménez y Victoria Abril, que se estrenó en mayo de 2016 y que se presenta de este modo: “Nacida para ganar cuenta la historia de Encarna, una joven de Móstoles anclada en la rutina y con pocas perspectivas de futuro. No obstante, todo cambia el día en que se reencuentra con María Dolores, una vieja compañera de instituto. Su antigua amiga ha cambiado mucho y ahora se ha convertido en una mujer de negocios. Es por ello que Encarna decide aceptar su propuesta para participar en un nuevo trabajo revolucionario que le permitirá salir de esa vida tan aburrida que lleva”.
No tardé mucho en darme cuenta de por qué mi mujer había dicho que me interesaba… La película en cuestión es un desfile de estereotipos del Marketing Multinivel, los mismos que son el blanco de los llamados programas de investigación que pueblan nuestras televisiones y que probablemente son alimentados por los grandes gurús en sus guías y expandidos por esos seguidores que se suben al carro del MLM llamados por la idiotez de que aquí uno se hace rico de la noche a la mañana sin dar ni golpe.
Y eso es lo que le pasa a la protagonista, marcada por aquella Nochevieja en la que ‘Martes y 13’ nos dejó a una Encarna que recibía una llamada de una oyente de Móstoles que hacía empanadillas y que al final no sabías si quien llamaba era la empanadilla desde Encarna y si freía a Móstoles… Que la pobre se hace un lío monumental guiada por dos estafadoras (la amiga triunfadora que se encuentra después de años y la líder del negocio que es tan falsa como las pelucas que usa).
En la película podemos ver cómo supuestamente en el MLM hay que vivir por encima de las posibilidades de uno, teniendo que hipotecar hasta una casa y dejando un trabajo de hace veinte años, para llevar ese ritmo del mantra “dinero llama a dinero”. También que el objetivo de conseguir rangos se hace de dos modos: acumulando productos y reclutando a gente guiados por el dogma “cualquiera puede hacerlo”.
Y así esta pobre chica ni puede entrar en su casa porque los productos llegan hasta el techo y se convierte en una apestada en el barrio porque una vez acabada su lista de contactos, se tira como una local a la calle y al mercadillo para prospectar y ya todos la rehúyen. Además, la chica tiene cerca no a un cuñado que le dice que se está equivocando, pero sí a una prima que desde el principio recela del negocio y le dice que es imposible que sea como le cuenta.
También se trata el tema del dinero negro tanto en el pago de las comisiones como en lo que se mueve en las convenciones. Y del espectáculo que se organiza en éstas con los vestidos, lo que se dice y el modo con el que se supone se incentiva al público intentando encontrar el equilibrio –de forma burda, obviamente- entre la exclusividad de formar parte de este tipo de negocios y la creencia que hay que extender de que cualquiera puede dedicarse a ello.
Acumulación de productos que no tienen salida, listas de contactos que nos terminan convirtiendo en apestados, dinero negro que viene de estafar a otros, convenciones estrafalarias, hipotecas para poder afrontar el negocio… Algo estamos haciendo muy mal si los que nos dedicamos de forma seria y responsable a liderar proyectos dentro del MLM, la venta directa o negocios online estamos ayudando a que esta imagen sea la que llegue de nuestro esfuerzo. Algo estamos haciendo realmente mal.
Porque cuando se ruedan películas como ésta o se emiten programas “de investigación” en los que éste es el mensaje, quienes no saben de qué va esta industria quedan marcados por lo que se les dice de ella. Y no nos equivoquemos, si esto es lo que se difunde es porque nosotros mismos estamos dando esta imagen, estamos reclutando sin respeto mintiendo al afirmar que esto es fácil y estamos menospreciando nuestro esfuerzo diciendo que cualquiera vale. Ni es fácil, ni nadie da duros a cuatro pesetas, ni tampoco sirve cualquiera. Pero esta industria es fantástica. Esa es la realidad. Permite vivir de ella a muchas personas desde hace muchísimo tiempo y si no que se lo pregunten a las amas de casa que sacan sus familias adelante gracias a esa Thermomix que está en todos los hogares o a esas personas que durante años han esperado la llegada del señor del ‘Círculo’ para poder leer o también a esas otras mujeres que se han maquillado toda la vida con los productos de ‘Avon’.
La industria MLM no es nueva, no ha nacido hoy, no la hemos creado nosotros pero probablemente sí la vamos a destruir: nosotros los distribuidores, sin ética para duplicar, y las empresas relámpago, que sin base sólida se lanzan al mercado para romper sueños y hacer trabajar en vano a quienes nos lo tomamos muy en serio.¡Cuidado! ¡Respeto! ¡Por la industria y por nosotros!