En estos tiempos de gran inestabilidad laboral, en los que la gente se queda sin trabajo de un día para otro y las empresas cierran sin dar demasiadas explicaciones, quiero daros mi visión sobre cómo creo yo que hay que enfrentarse a estas situaciones.
La industria del network marketing y de los negocios online también está sufriendo estos vaivenes. A las empresas les cuesta consolidarse y de la misma forma en la que un local cambia mil veces de dueño para ofrecer productos dispares, también en el mundo de la ‘empresa no tradicional’, los negocios crecen como setas, para extinguirse poco después.
Sin pararnos en las estafas enmascaradas de negocios, sean tradicionales o no, que a esas no les voy a dedicar ni un párrafo, el resto, los que se crearon con visión de futuro, que hicieron las cosas bien para ser estables y tenían un buen producto pero que por alguna razón –externa o interna- se quedaron en el camino, siempre dejan un mal sabor de boca. A mí, al menos, me lo deja el saber que se han roto los sueños de muchísimas personas que han dedicado tiempo y esfuerzo en trabajar de forma honesta defendiendo esa idea. Pero pasa y por eso, yo quiero deciros cómo creo que hay que enfrentarse a una situación de este tipo, a una situación que te deja a cuadros, con una mano delante y otra detrás, compuesto y sin novia o como queráis definirlo, sobre todo cuando no te lo esperabas.
Hay cosas que suceden en la vida que no dependen de ti. Que de pronto te diagnostiquen una enfermedad que te haga cambiar los hábitos, no depende de ti. Que te toque un profesor u otro en la escuela, no depende de ti. Que te toque el cuponazo, no depende de ti. Y tampoco depende de ti, que cierre la empresa en la que trabajas o el negocio que estás desarrollando. Pero lo que sí depende de ti es cómo te enfrentas a todas esas cosas. Podemos quedarnos en casa lamentándonos porque la enfermedad que ha llegado a nuestras vidas nos condiciona la alimentación; podemos gritar una y mil veces que el profesor nos tiene manía; podemos romper rabiosos nuestros décimos de lotería mientras leemos qué a otros les ha tocado y lo celebran con champán su dicha; y podemos, también, encerrarnos en casa y quedarnos sin aliento porque al día siguiente no sabemos en qué dedicar nuestro tiempo porque la empresa se declaró en bancarrota o decidió prescindir de nosotros.
Pero ante todas estas actitudes derrotistas, podemos decidir aprender nuevas combinaciones de alimentos que nos resulten más sanas; podemos esforzarnos más y desarrollar nuestra creatividad en clase para dejar en evidencia y/o convencer al profesor de que estaba equivocado; podemos pensar que la ONCE ayuda a muchas personas que necesitan apoyo y que con nuestro cupón hemos contribuido a ayudar y, quién sabe, quizá en otra ocasión podamos ser nosotros quienes brindemos; y podemos, también, tomar distancia y pensar cómo podemos enfrentarnos a nuestra nueva vida lejos de nuestro último trabajo.
Dice un proverbio chino que si las cosas tienen solución, no hay que preocuparse y que si no la tienen, no hay que preocuparse. Pero es inevitable hacerlo. El hombre es así por naturaleza. Vivimos las cosas –sobre todo las malas- por duplicado: cuando pensamos que va a suceder y cuando realmente suceden.
A mí la vida me ha golpeado muy duro y me ha enseñado que cuando uno está bloqueado, lo mejor es parar y tomar distancia para poder coger aliento. La perspectiva es clave para poder seguir adelante. Y sin ella, es muy probable que comiences a andar de nuevo pero lo harás con pasos vacilantes.
Cuando uno se queda sin trabajo, cuando el negocio en el que se ha dejado la piel se va al traste, lo primero que tienes que hacer es analizar la situación. ¿cómo has quedado tú y tu familia? ¿cómo deja esto a tu equipo? Y después de eso actuar con honestidad. Ser honesto significa no negar la evidencia pero tampoco alimentar bulos y acrecentar el problema. Ser honesto significa también buscar una solución para ti e intentar que quien quiera pueda apoyarse en tu esfuerzo y salir adelante.
Yo te recomiendo que analices tus cualidades, que eches un vistazo al mercado e intentes casar ambas cosas. Hay proyectos muy interesantes ahí fuera a los que antes no habías hecho caso porque estabas enfocado, porque habías puesto los huevos en la misma cesta, sabiendo que liderabas un equipo y que tenías un firme compromiso con él, pero ahora tienes que salir adelante porque los tuyos –tu familia y también tu equipo- dependen de ti.
En otros post me has leído que yo no soy partidario de emprender varios negocios a la vez, al menos si no tienes experiencia en este tipo de industria y el principal no se ha consolidado los suficiente como para poder repartir tus esfuerzos. Yo, a pesar de mi experiencia de años en los negocios online, siempre creo que puedo esforzarme un poco más y seguir dotando al equipo de mejores herramientas por lo que me es difícil llevar varias cosas a la vez y, si lo hago, normalmente son líneas de negocio que no tienen nada que ver unas con otras y que, o bien se complementan, o tienen un público completamente distinto. Así es como yo afronto el compromiso, pero no cabe duda de que respeto a quien lo haga de otro modo, aunque no es mi estilo.
Mi estilo es mirar hacia adelante cuando hay dificultades. Buscar alternativas y no perder el tiempo. Quizá sea porque no tengo margen de maniobra ya que mi familia depende de mis resultados, puede ser que haya sido la parte positiva de todo lo malo que la vida me ha mostrado, tal vez es la enseñanza de las experiencias anteriores. Sea como sea, he aprendido que cuando se cierra una puerta, se abre una ventana y que el único segundo que nos podemos permitir, es el de tomar aliento, que los que dediquemos a divagar, a lamentarnos, a destruir, será tiempo desaprovechado en construir un nuevo proyecto.
Para mí es terrible que una empresa se vaya a pique, lo es si no pertenezco a ella porque empaña la imagen del sector y tira por tierra mi esfuerzo, y aún lo es más si la que se tambalea es la mía, ésa a la que tanto trabajo he dedicado y por la que he sacrificado tanto tiempo. Pero no me puedo permitir parar, no puedo hacerle eso a los míos…
Con esto no quiero decir que ante el primer indicio de que las cosas no van bien haya que tirar la toalla, abandonar la empresa y dedicarse a otra cosa. Casi todas las empresas pasan dificultades en algún momento de su historia. Ni mucho menos me refiero a eso, sino a que hay que reinventarse, que no hay que perder el tiempo en lamentaciones, que hay que mantener la puerta abierta mientras haya esperanza y dar una segunda oportunidad a quien tanto cariño le dedicaste pero que hay que buscar otras alternativas porque la vida no para y tus gastos tampoco.
Por eso, con honestidad siempre, hay que seguir creciendo y ayudar a los demás para que lo hagan contigo.
Así es como yo lo veo y esto es lo que intento inculcar a los que me siguen. Si quieres formar parte de mi proyecto, PINCHA AQUÍ PARA CONOCERLO