Y si suena la flauta por casualidad en el network marketing… vienes y me lo cuentas. Hazlo, por favor. Lo mismo que si encuentras a alguien que oposite a juez y sin estudiar gane una plaza. De igual forma que si conoces a una persona, sólo una, que sin comprar lotería le toque, dímelo. Quiero conocerles. Quiero estar cerca de esas personas para que me den parte de esa suerte que les acompaña a ver si se me contagia algo porque yo sólo sé de trabajo, de disciplina, de esfuerzo y de constancia. Eso es lo que he vivido a lo largo de toda mi vida laboral, incluida la etapa que he dedicado a la venta directa, ganancias compartidas, multinivel o network marketing. Especialmente en esta etapa, diría yo. Aquí sí que no valen ni flautas ni trompas… aquí no vale hacerse el músico y acostarse a las ocho… aquí no vale volcar el trabajo en el compañero y suspirar al final de la jornada como si estuvieras agotado después de estar ocho horas calentando la silla haciendo solitarios o jugando al Candy Crush en el ordenador del trabajo… aquí si no dedicas tiempo, te formas, te planificas y trabajas duro, muy duro, no llegas a ningún sitio. Bueno, sí, a la desesperación y al desengaño. Así que señoras y señores… si les han contado que el network marketing es una forma de ganar dinero rápida y fácil, ¡les han mentido!
Es verdad que este tipo de negocios es para todo el mundo, que no se puede descartar a nadie porque no tenga carrera universitaria o no hable idiomas; es cierto que no hay riesgos excesivos y desembolsos ingentes de dinero como cuando pones en marcha un negocio tradicional; no te mienten si te han contado que no tienes jefe, puedes planificarte como quieras y que puedes alcanzar la libertad financiera. Todo es real. Pero también deben contarte que tienes que tener unas condiciones especiales para poder dedicarte a esto: tienes que saber planificarte, ordenar tus prioridades, enfocarte en un objetivo, tener tiempo y un espacio adecuado en el que poder desarrollar tu trabajo –un rincón propio en casa es suficiente ¡pero tienes que tenerlo!-, creer en lo que tienes entre manos, capacidad de estudio y ganas de crecer y aprender, espíritu de sacrificio y empatía para colaborar con tu equipo.
Como ves, todas estas cualidades imprescindibles para emprender un negocio de estas características no se diferencian en nada de las que debe poseer un emprendedor que se decide a montar un negocio tradicional. ¿Por qué si decides abrir una panadería estás dispuesto a tener un horario –incluso de madrugada-, habilitar un local, crees que tus madalenas son las mejores, buscas ofertas de harina y mantequilla, acudes a cursos de fondant, echas más horas que un reloj y buscas buenos colaboradores -no sólo proveedores sino que también seleccionas cuidadosamente el personal con el que vas a trabajar- y eres amable con tus clientes e intentas ofrecerles lo mejor, y no estás dispuesto a hacer lo mismo por el negocio online que te puede permitir vivir como tú quieres? ¿Qué diferencia hay? ¿El dinero que te van a reportar es distinto, vale menos uno que otro? ¿Por qué el primero merece todo tu esfuerzo y es bien visto por la sociedad y el segundo no?
Algo falla si creemos que el esfuerzo no es recompensado, que puede venir alguien a ofrecernos duros a cuatro pesetas y nos agarramos a esa fórmula. Pero eso no tiene nada que ver con que no haya distintas opciones de ganar dinero, que la única opción sea trabajar por cuenta ajena de forma asalariada, ser funcionario o ser empresario. La venta directa, las ganancias compartidas, el multinivel o los negocios online son opciones igualmente válidas para ganarse la vida. No son a cambio de nada, ningún trabajo lo es. Requiere disciplina, esfuerzo y constancia. Requiere empatía y amor por lo que haces. Y se alcanza el éxito. Eso sí es verdad. Puede alcanzarse si le dedicas todo eso. Pero no suena la flauta por casualidad. Nunca lo hace.